domingo, 9 de septiembre de 2012

Sobre el centro de la Tierra


“Y, cogiendo el anteojo, mira con la mayor atención durante un minuto, que a mí me parece un siglo.
     —¡Sí, sí! —exclama después.
     —¿Qué ve usted?
     —Una inmensa columna de agua que se eleva por encima del océano.
     —¿Otro animal marino?
     —Puede ser.
     —Entonces, arrumbemos más hacia el oeste, porque ya sabemos a qué atenernos por lo que respecta al peligro de tropezar con estos monstruos antediluvianos.
     —No enmendemos el rumbo —responde mi tío.
     Vuelvo la vista hacia Hans, y veo que sigue impertérrito con la caña del timón en la mano.
     Sin embargo, si a la distancia que nos separa de este animal, que puede calcularse en doce leguas al menos, puede verse la columna de agua que arroja por las narices, debe de tener un tamaño sobrenatural. La más elemental prudencia aconsejaría alejarse; pero no hemos venido hasta aquí para ser prudentes.
     Seguimos, pues, el mismo rumbo. Cuanto más nos aproximamos, más crece el surtidor. ¿Qué monstruo puede tragar tan gran cantidad de agua y arrojarla de este modo sin interrupción alguna?”.

Viaje al centro de la Tierra
Julio Verne (1828-1905)