viernes, 9 de abril de 2010

Vidas cruzadas


El señor Ricardo Codorníu tiene en el Retiro un monumento que le rinde tributo, y yo, en mi ignorancia, asocié su apellido a burbujeantes copas de cava y al paisaje del Penedès. La primera sospecha de que podría estar equivocada surgió al preguntarme qué demonios tenía que ver don Ricardo (el supuesto bodeguero, se entiende) con la botánica, porque el pedestal que sostiene su busto reza “El Apóstol del Árbol” (no el apóstol de la cepa, por ejemplo, en cuyo caso mi razonamiento habría sido acertado). He investigado un poco, y resulta que el homenajeado no nació en Cataluña sino en Cartagena, en 1846, cursó estudios de ingeniería de montes y fue lo que hoy llamamos un ecologista. Entre otros logros profesionales, Ricardo Codorníu y Stárico impulsó la repoblación forestal de Sierra Espuña y difundió con vehemencia los valores del medio natural, de ahí el apelativo con el que pasó a la posteridad.
A unos cien metros del lugar donde se encuentra este monumento, hay otro que suele llamar la atención de Lisa (en la foto, ella mira hacia esa dirección). Me estoy refiriendo al que conmemora la figura del doctor Carlos Cortezo (1850-1933), madrileño, nombrado hijo predilecto de la ciudad y miembro de la Real Academia de Medicina. Aunque ejerció como político y ocupó la Dirección General de Sanidad en dos ocasiones, fueron sus estudios en el campo de las bacterias los que le proporcionaron gran prestigio.
El doctor Cortezo y Ricardo Codorníu se conocían. Ambos tenían un interés común, y no era la ciencia, la botánica, la medicina ni la política, sino la lengua. Sus destinos se cruzaron gracias al esperanto, ese idioma artificial, neutral por no pertenecer a ningún territorio, inventado con el objetivo de facilitar y promover el entendimiento de todos los pueblos. El espíritu idealista y emprendedor que marcó las trayectorias profesionales de estos dos hombres les condujo a abrazar la causa esperantista (Codorníu fue uno de los pioneros en España y presidente de la primera asociación estatal). Ya que los respectivos monumentos que les recuerdan no aluden a esta faceta de sus vidas, aquí dejo constancia de ello.

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