Mientras el paseador corre unos kilómetros en compañía de 1.500 personas
para celebrar las fiestas de Sant Andreu, Lisa y yo ponemos rumbo al
parque de la Pegaso, otro de los jardines de Barcelona que nunca hemos
visitado, y me sorprende agradablemente este espacio urbano, ya que
cuenta con muchos árboles y varias zonas de vegetación espesa y umbría,
un canal, y puentecitos que lo cruzan, además de una gran área
habilitada para perros. Durante nuestro paseo, subimos la colina de
Pegaso hasta un pequeño mirador, donde aparte de unos edificios
municipales no queda ni rastro de las instalaciones de la fábrica ENASA
(Empresa Nacional de Autocamiones, Sociedad Anónima). En el pavimento de
una de las plazas del parque se ha reproducido la imagen de
Pegaso, el caballo alado, icono distintivo de esta empresa de automoción
y nombre que llevaban sus populares camiones. La rehabilitación de los
terrenos de carácter fabril para uso público es
uno de los emblemas urbanísticos de Barcelona desde el siglo XX (en el
mismo barrio de Sant Andreu se halla en pleno proceso de transformación
la fábrica de hilaturas Fabra i Coats).
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