¡Cuánto tiempo sin visitar el Parque Güell! Lo encontré incluso más bonito que la última vez que me paseé por aquí. Tenía muchas ganas de que Lisa lo viera, y me preguntaba si habría muchos turistas y si tendría una zona habilitada para perros. Es más: ¿podría entrar con Lisa?, ¿y sin pagar nada?
Desde hace algún tiempo el Parc Güell se halla envuelto en la polémica a causa de una iniciativa anunciada por el Ayuntamiento: la decisión de cobrar entrada a todos los visitantes salvo los residentes en Barcelona. Las movilizaciones no se hicieron esperar y el consistorio se ha visto obligado a dar marcha atrás, o al menos a aplazar la entrada en vigor de esta normativa hasta 2013. Los que rechazan el pago por acceder al parque argumentan que tal medida representaría la privatización de un espacio público, y las autoridades municipales arguyen que el mantenimiento del parque cuesta a las arcas públicas cada vez más dinero. En mi opinión, el Ayuntamiento de Barcelona está siendo víctima –una vez más– de su propia avaricia recaudatoria, ya que la inversión realizada desde hace décadas con objeto de promocionar turísticamente la ciudad es una de las causas, paradójicamente, de su consiguiente deterioro. ¿Es que nadie pensó en las consecuencias de dicha llamada al turista? Al parecer no. La ceguera de los responsables de urbanismo resulta tan evidente para el ciudadano de a pie que este se pregunta cada vez más a menudo en manos de quién está el gobierno. O sea, que pagamos sumas elevadísimas de dinero público para que los turistas vengan a visitarnos y luego nos quejamos de cuánto ensucian, rompen, beben, y vaya usted a saber qué tropelías más. Y lo que es peor: de nuevo es el ciudadano el que tiene que pagar de su bolsillo la falta de perspectiva a largo plazo de sus gobernantes. Otra vez.
Puede que los vecinos del Parc Güell y de toda la ciudad hayan respirado aliviados al conocer el aplazamiento de tan polémica medida, pero ¿qué pasa con los de Terrassa? ¿Y los de l'Hospitalet? ¿Y los de Mollet del Vallès? Los menciono porque ellos también pagaron las campañas que promocionaban Cataluña como destino turístico, con Barcelona, Gaudí y el Modernismo como principales reclamos, por cierto. Y ahora nos echamos las manos a la cabeza porque el Parc Güell está sufriendo el deterioro que ocasionan cientos de miles de visitantes al año. Como diría mi amiga B.: "¡Nos ha jodido mayo con las flores!".
2 comentarios:
¿Y dónde está Lisa? ¿No la dejaron entrar? ¡Fuertes abrazos y arrumacos! ¡Y saludos a la Paseadora!
Y dos cosillas de nada: sí, como a ti, ese lugar me parece uno de los lugares más asombrosos del mundo, un verdadero prodigio de imaginación y talento. (Por cierto, creo recordar que la denominación exacta del lugar no es Parque Güell ni Parc Güell, sino Park Güell, pero no recuerdo la razón de ese anglicismo...).
Y lo segundo: en la penúltima foto hay un espectro, en la parte derecha. Sólo lo digo por si acaso...
Abrazos.
Espectros... Apariciones muy acordes con el entorno, sí.
Nos dejaron entrar a las dos, y de hecho el parque tiene una estupenda zona para pasear con perros, al otro lado de la montaña y en plena naturaleza, ¡estuvimos a punto de perdernos!
Supongo que el anglicismo se remonta a la idea primigenia que el conde Güell transmitió a Gaudí. Al parecer el encargo partió del nuevo modelo de ciudad jardín que en aquella época florecía en Inglaterra: "Antoni, lo que yo quiero que construyas en estos terrenos que he comprado es una ciudad jardín, ¿has oído hablar de ello? Podríamos llamarlo Park Güell, como si fuéramos ingleses, ¿qué te parece?". Gaudí aceptó y proyectó un espacio tan tremendamente novedoso que, obviamente, resultó un fracaso.
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